Mar de casas en Tezonco
Gris el polvo:
aire mancillado,
periferia
de ciudad.
Desnudos
los techos,
esperan
impacientes,
a los ojos,
que completen
lo que las varillas
y castillos
nos sugieren:
pisos imaginarios,
que culminan en
paredes de colores,
rematadas con
ventanas
circulares:
artificios
del deseo
que proyectan
desafiantes
las formas
de los sueños
y las fugas.
Rojo el monte
que contempla
desgajado,
el crecimiento
inexorable
de nuestros anhelos,
que intentan
cubrir
el horizonte,
con una fina
capa gris
de ensueño.
aire mancillado,
periferia
de ciudad.
Desnudos
los techos,
esperan
impacientes,
a los ojos,
que completen
lo que las varillas
y castillos
nos sugieren:
pisos imaginarios,
que culminan en
paredes de colores,
rematadas con
ventanas
circulares:
artificios
del deseo
que proyectan
desafiantes
las formas
de los sueños
y las fugas.
Rojo el monte
que contempla
desgajado,
el crecimiento
inexorable
de nuestros anhelos,
que intentan
cubrir
el horizonte,
con una fina
capa gris
de ensueño.
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