Ciudad fractal
Arriba, desde lo alto, la ciudad descubre sus dendritas que se extienden y se alargan, a lo ancho y largo de la suave y fútil frontera: mancha gris desparramada, geometría que gana terreno sobre el frágil verde que nos rodea. Dentro, hacia nosotros, la ciudad se cuela por los poros y orificios que conforman esa otra frontera entre el afuera y la entramada red de caminos que recrean las calles y avenidas, los grandes parques, las solitarias alamedas. La ciudad dentro y fuera es la marca que llevamos indeleble e indecible y que guarda la secreta simetría, que se repite, y se refleja a si misma.