Exigencia
Casi palpable, mi exigencia comparte conmigo, la preocupación espartana por la limpieza en los remotos rincones de mi casa. Cuestiona sin reparos, sobre la forma más exacta y sutil, de acomodar los platos en el escurridor. Tiránica, vive en su propio y desquiciado intento de ser una exigencia perfecta: trabaja horas extras, esforzandose por sentirse completamente satisfecha, y me hace repetir, una y otra vez, el orden y la composición de las palabras de este poema.