Rio de coches que es el Periférico marca mi camino de regreso, de la derrota contra el tiempo, que todo día impone. En esa hora, en que la soledad desgarra los últimos sueños de cada mañana, pasa un coche, a mi lado. Adentro, un amigo que regresa, y me regala una sonrisa: extraña confirmación de que todo viaje es un encuentro, inesperado. Acaso es este rio de luces y coches, que inundan la ciudad, el mismo rio, de Heráclito que nos recuerda, que nada es lo mismo, que nos somos los mismos, y que la noche, reivindica el desencuentro, con el que fuimos, al salir, temprano en la mañana.