Ciudad fractal

Arriba,
desde lo alto,
la ciudad
descubre
sus dendritas
que se extienden
y se alargan,
a lo ancho
y largo de la
suave y fútil
frontera:
mancha gris
desparramada,
geometría
que gana
terreno sobre el
frágil verde
que nos rodea.

Dentro,
hacia nosotros,
la ciudad se cuela
por los poros
y orificios
que conforman
esa otra frontera
entre el afuera
y la entramada
red de caminos
que recrean
las calles y avenidas,
los grandes parques,
las solitarias alamedas.

La ciudad
dentro y fuera
es la marca
que llevamos
indeleble
e indecible
y que guarda
la secreta
simetría,
que se repite,
y se refleja
a si misma.

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