Madre

En la vieja casa
donde cada tarde
las hordas
de niños,
hilvanan travesías
y ensueños
que pasan
de uno a otro
la entrada
de un adulto
irrumpe
y jala a la niña
que lleva al mar
en su nombre,
afuera del cuarto:
Pronuncia las palabras
que chocan
con el martillo
y el tímpano
y suenan huecas:
Tienes que ir a ver
el cadáver
de tu padre muerto.
¿Qué se puede entender,
a los seis
acerca del cuerpo,
que es velado,
en la mesa
donde se toma
el desayuno?
¿Qué marca deja
el contacto
con el frío pesado
de ese otro sueño
largo y profundo?

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