Postergar . . .
Hace ya algunos meses, compré un par de tortugas japonesas con todo y su tortugario amarillo psicodélico que incluía su pequeña palmerita de plástico. Pues estas pequeñas mascotas han sido todas unas sobrevivientes de mi negilgencia y malos cuidados. Y tiene unas tres semanas que una de las tortugas dejó de comer sus camaroncitos. Me tardé dos semanas en darme cuenta de que no abría los ojos, y apenas ayer en internet me enteré que esta inflamación en los ojos es más o menos común y que tiene que ver con una dieta baja en proteínas. Hoy le fui a comprar unas gotitas y fue una verdadera hazaña intentarle limpiarle los ojos con un cotonete. Y no puedo evitar sentirme terriblemente culpable al escribir acerca de este terrible hábito de postergar. Es cierto que uno se exige mil cosas, piensa diez mil otras y acaba haciendo dos de ellas, ninguna verdaderamente importante. Pasamos la vida pensando que el tiempo (here it comes again) es infinito y que todo se podrá acomodar cual archivo en of...